mércores, 13 de setembro de 2017

Torrente Ballester, hijo de Teucro

Rue Saint-Antoine nº 170
Memoria ▶ El inicio del mes de septiembre de 1997 asistió a un acto de justicia y honor, al recibir el escritor Gonzalo Torrente Ballester el título de Hijo Adoptivo de Pontevedra. Una ciudad clave en su vida, en la que residió durante dos años en sus «años más felices», como él los definió, y que le sirvió de inspiración para su gran novela, ‘La saga/fuga de JB’.


«El mejor de los rincones conseguidos a lo largo de mi vida lo tuve en Pontevedra». De esta manera se refería el escritor ferrolano a su vivienda en la pontevedresa calle Arzobispo Malvar. Pocos autores tan geniales han hablado tan bien de una ciudad, de un espacio que para Torrente Ballester se convirtió en un reducto mítico. Pontevedra, en cambio, sigue ausente de ese recuerdo, como si en realidad levitase sobre el afecto del escritor que convirtió a Pontevedra en Castroforte del Baralla en la mejor novela en castellano del pasado siglo. No intenten encontrar la casa de Gonzalo Torrente Ballester en Pontevedra sin que alguien les lleve, ni una placa, ni un mínimo recuerdo baliza ese lugar que en otras ciudades se honraría de manera perpetua, tampoco una estatua o un monumento sobre su paso en todo el término municipal. Solo silencio y olvido. Seguimos levitando.
Hace veinte años sí que Pontevedra se acordó del enjuto escritor nombrándolo Hijo Adoptivo de Pontevedra. Fue un cinco de septiembre cuando en el Teatro Principal Juan Luis Pedrosa, alcalde de la ciudad, le concedió ese título al autor de ‘Los gozos y las sombras’ en un acto oficial que el protagonista se encargó de desengrasar con su habitual ingenio e ironía. Ante la Corporación Municipal en pleno, la familia y amigos más íntimos y el rector de la Universidad de Santiago Darío Villanueva. «Gonzalo Torrente Ballester elevó a Pontevedra a la categoría de novela magistral y era de justicia que, cuando menos, recibiera este más que merecido tributo de nuestra ciudad, en la que ya mantenemos permanentemente su presencia en uno de nuestros institutos bautizado con su nombre»,  así justificó el alcalde de la ciudad esta concesión que tuvo durante el acto la intervención del crítico literario y amigo personal del autor, José Ponte Far quien pronunció una conferencia sobre la imbricación de Pontevedra en toda la obra de Gonzalo Torrente Ballester, ciudad que tuvo un importante papel en su vida, ya que desde ella se volvió a proyectar su figura como intelectual y escritor, además de la huella sentimental que dejó en quien necesitaba al menos venir dos veces al año a Pontevedra.
Después de los preceptivos elogios tomó la palabra el homenajeado que, a sus 86 años, mantenía una extraordinaria lucidez, como demostró en su contestación a tanto elogio en una hilarante intervención: «tanto el alcalde como Pepe Ponte son unos exagerados, a mi me gustan estas exageraciones pero hacen de mi un ‘globito’ de esos que se pueden hinchar a voluntad». Para continuar:  «Ya soy demasiado viejo para estas cosas os podría hablar de pie y sin equivocarme», argumentó el escritor para justificar sus palabras pronunciadas sentado y encorvado sobre una silla. Finalizó sus palabras agradeciendo a todos los pontevedreses el galardón concedido, al tiempo que se mostró sorprendido por «todas las cosas bonitas que se dijeron. Saben más que yo, porque muchas de ellas no las sabía».
Lo que se suponía un castigo al final se convirtió en uno de los mejores regalos de su vida. Su decisión de apoyar a los mineros de Asturias que protagonizaron una sonada huelga en 1962 motivó la reacción del aparato franquista, expulsándolo de sus trabajos en Madrid: crítico teatral en Radio Nacional, también en el diario Arriba y de las clases de historia que impartía en la Escuela Nacional de Guerra. Sin trabajo, Gonzalo Torrente Ballester se dedica a traducir novelas del Oeste y policíacas, al tiempo que solicita el ingreso en el cuerpo de Catedráticos de Instituto. El destino, visto para un funcionario de Madrid no podría ser más negro. Un punto geográfico en Galicia sobre el mar, lejísimos de Madrid: Pontevedra. Pero Gonzalo Torrente Ballester ya conocía la ciudad, su paso por Bueu, a donde llega a principios de los años treinta por el destino de su padre, y donde contrae matrimonio con su primera mujer, le hacen más agradable la llegada a una ciudad tranquila con tiempo para poder escribir. Si Bueu fue la gran inspiración para esa obra monumental escrita en tres partes ‘Los gozos y las sombras’ (durante estas semanas de madrugada La 2 está programando la famosa serie rodada en Pontevedra), la ciudad del Lérez sería el sustrato con el que alimentar la que sería su mejor novela, ‘La saga/fuga de JB’. Pero además de inspiración Pontevedra fue ese rincón inolvidable lleno de amigos, de escenarios que recorrer, de paseos y cafés. Los profesores Manolo Domínguez y Filgueira Valverde, el café Lar, la sastrería Valiño, el ahora Instituto Valle-Inclán, la basílica de Santa María, y los retazos de la memoria de esta ciudad: los Muruáis, Castro Sampedro, García de la Riega... fueron armando una relación que se mantuvo siempre. Jurado de los Premios Julio Camba, pontevedreses como Carmen Becerra o Miguel Fernández-Cid, desde la Fundación del escritor en Compostela siguen hoy tensando esa relación entre Gonzalo Torrente Ballester y Pontevedra como un hilo irrompible que tuvo en ese acto, del que se cumplen veinte años, un momento de goce que hizo olvidar tantas sombras.

Pontevedra mejor que Vigo
El literato hizo un repaso de su vinculación con Pontevedra, ciudad a la que llegó en 1964, pero que ya conocía desde 1928, para impartir clases en el Instituto Femenino, residiendo hasta agosto de 1966, cuando se irá a la Universidad de Albany donde se hizo cargo de las clases de Literatura Española. «El año 28 fue la primera vez que vine a esta ciudad. Era mucho más pacífica que hoy. No había tantos coches, pero aún quedaban piedras muy bonitas». «Mi padre antes de andar por Bueu anduvo por Vigo y yo venía desde Vigo para curarme de la modernidad y buscar un poco de este aire romántico que tenía la ciudad que a mí me gustaba mucho».



Publicado en Diario de Pontevedra 11/09/2017. Fotografía Miguel Vidal

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