luns, 4 de novembro de 2013

Explosión de color

 Desde esta semana y hasta el 21 de noviembre las obras de Paloma Barreiro llenan de color la sala de exposiciones de la Delegación de la Xunta de Galicia en Pontevedra, y lo hacen desde una interpretación del paisaje que convierte a esos tonos alegres y desenfadados en una exaltación de la vida a través de la pintura. Se presenta así un nuevo camino en la obra de esta pintora que siempre busca indagar y explorar nuevas posibilidades de expresión, huyendo de realizar repetitivas interpretaciones de su pintura.


Recorrer la exposición que aquí plantea Paloma Barreiro es reconocer la parte más feliz de la pintura, aquella que interviene en nuestros sentidos y hace que mude nuestro ánimo. Los paisajes que nos presenta, totalmente novedosos en su trayectoria, hacen de esa bandera del color un ondear de posibilidades que transmiten al espectador gran parte de las bondades de la pintura, las mismas que aquellos pintores que se abonaron a la ‘alegría de vivir’ de Matisse lograron para felicidad de sus coetáneos y admiración de las generaciones venideras. Si siempre Paloma Barreiro se ha mostrado interesada por las potencialidades y capacidades del color, nunca como hasta ahora las había integrado de manera tan afortunada dentro de una composición. No hay más que detenerse unos segundos ante estos nuevos paisajes, aligerados de la materia empleada en sus piezas precedentes (de las que aquí también tenemos ejemplos), para entender esta nueva perspectiva que concede una fluidez y un equilibrio al conjunto del cuadro que define todo un camino en el que aún queda mucho trecho por recorrer.

Tratamientos en los que bajo una base tradicional se dispone una asimilación de los componentes que la integran en base al empleo del color, muchas veces alejado de la realidad a representar, pero no a la interior de la artista que construye el paisaje, no tan preciso en cuanto a lo real, como sí que lo es en lo que se refiere a la emoción e intensidad que manifiesta su creadora. Ese mundo de lo real también se ve modificado con la inclusión de pequeñas esferas, geometrías que flotan sobre la superficie del cuadro y que aligeran el paisaje dotándolo de una agradable ingenuidad. Junto a esos nuevos paisajes Paloma Barreiro también nos ofrece diferentes miradas de su obra. Son paisajes más abstractos, más matéricos, pero también nos encontramos con figuras humanas que se exponen ante la mirada del espectador en una mezcla de expiación íntima y desafío ante quienes las rodean. Otras mujeres son las que nos ofrecen sus rostros como superficies de calculada belleza. Paloma Barreiro disfruta pintando rostros de mujeres, primeros planos que evidencian como pocos paisajes el valor de la belleza. Mujeres de largo cuello, piezas que se llenan de arabescos en el fondo del cuadro creando una estampa entre lo sensual y lo surreal, repletas de aquello que Matisse llamó ‘Lujo, calma y voluptuosidad’. Empezamos y acabamos citando a Matisse, el padre de tantas y tantas cosas en la pintura, y al que esta exposición oferta esa alegría de la pintura que Paloma Barreiro ha hallado como un feliz descubrimiento del que debemos formar parte para completar el sentido y felicidad de su pintura.


Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 3/11/2013
Fotografía Javier Cervera-Mercadillo

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